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Postapocalyptica: Mundo Roto
Cuando las cenizas se enfrían, todo cuanto queda es polvo... Gary, en Indiana, es una ciudad moribunda. Su población se ha reducido a la mitad en los últimos 40 años, muchos de sus edificios son cascarones abrasados, sus ciudadanos son unos descastados
Nadie sabe qué ocurrió ni cuándo. Hace poco, los supervivientes comenzamos a viajar de nuevo, explorar y establecer rutas con otros asentamientos. No existen mapas que podamos consultar, nadie recuerda nada del pasado, por eso es necesario salir al exterior si queremos sobrevivir y enfrentarnos a lo que nos espera: zonas en las que el tiempo y el espacio se rompen, apariciones de criaturas terribles, extraños dones entre nosotros… Todo nos habla acerca de lo dañado que está el mundo, por eso lo llamamos el Mundo roto.
Los gremios han nacido de la necesidad de sobrevivir: recolectores que rescatan olvidados artefactos y tecnología antigua, tecnochamanes que hablan con los espíritus de las máquinas, sacerdotes del Verdadero Dios que extienden su religión de castigo, bibliotecarios que reúnen Colecciones de conocimiento para traer de vuelta las maravillas del pasado, comerciantes que viajan con mercancías casi imposibles de conseguir… Todos necesarios para que salgamos adelante. Pero también existen grupos sin civilizar, como los primitivos, los nómadas o los forajidos, que viven de lo ajeno atacando caravanas y asentamientos. No podemos confiar en ninguno de ellos.
Y Ciudad se oculta tras el horizonte, más allá de El Pliegue. Sus restos parecen estar a punto de derrumbarse y, a la vez, están extrañamente conservados, causando la fascinación que atrae a los buscadores. En sus profundidades se esconden seres horribles y recorrer sus arruinadas calles durante mucho tiempo provoca locura y perdición.
Odia el pasado, teme al futuro, lucha por el presente.
Mon Corredora, antigua mensajera y actual mujer-sabia de Vieja Presa
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¡Recién Llegados!